Usualmente cuando nos referimos a una pesca deportiva amazónica, casi siempre caemos en lo más conocido o codiciado que es la pesca del tucunare, sargento, o pavon, según en la región que nos encontremos va a ser su denominación. Pero hoy quiero dedicarle algunas líneas a la difusión de la pesca deportiva de la arawana, básicamente por no haber casi ningún material disponible en internet. Los datos son volcados en base a mi experiencia de pesca deportiva en la amazonia, y datos recabados por integrantes de las comunidades indígenas y algunos colegas.
La arawana, es un pez de agua dulce ubicada en algunos ríos de la cuenca amazónica, y también en aguas tranquilas que se hallan en el interior de la selva. Su aspecto comúnmente es de color plateado (aunque también, según la región suele haber negras y azuladas) de escamas comparativamente grandes, de cuerpo comprimido y alargado, de aspecto casi chato que termina con una cola en punta. Su aleta dorsal se une con su aleta anal en la punta extrema de su cola haciendo las mismas, con una pequeña separación, su aleta caudal. En cuanto a mi experiencia de pescar en la selva puedo decir que estos ejemplares adultos creo que desarrollan una talla máxima de 1,20 mts de largo. Su aspecto es muy parecido a los arapaimas o paiches, su boca se identifica fácilmente, es bien grande e inclinada otorgando un aspecto de enfado, tiene unos labios aserrados, y unos bigotes en el labio inferior como apuntando hacia abajo. En cuanto a sus ojos, bien grandes, parece ser que evolucionaron en base, seguramente, a su alimentación. Se encuentran bien arriba, casi unidos, imaginemos como si estuvieran en la frente. Estas especies suelen ser muy cazadoras, y pueden elevarse hasta más de un metro del agua para conseguir su comida.
Cuando salimos a buscarlas es común encontrarlas bien al ras de de la superficie observando su posible presa en lo que podríamos decir su mundo exterior. Dentro de la cadena alimenticia podemos encontrar insectos, aves, ranas, y algunos peces también, así me cuentan integrantes de la comunidad de Ayssana, distrito de Yamamono, ubicados en la selva peruana al NE cerca de la frontera con Ecuador. Particularmente puedo decir que las he visto comer abejorros negros de buen tamaño que habitan en algunos palos secos que sobresalen en los lagos ubicados en el interior de la selva. Cuando salgo en búsqueda de una de ellas, siempre tengo la idea de escuchar los sonidos de la selva, en este caso abejorros, estos me guían hasta los palos donde anidan, debajo vamos a tener seguramente asechando alguna arawana, que en su pleno ataque, va a hacer un movimiento en “S” en superficie y saldrá expulsada de modo perpendicular hasta sacar todo su cuerpo fuera del agua. Imaginemos lo que puede cazar este pez que si mide 1,20 metros y en su salto se expulsa fuera del agua, no se escapa nada.
La arawana tiene distintos nombres vulgares, algunas comunidades en la selva la llaman pez mono, por su capacidad que tiene de saltar y capturar su presa. De este modo, en su hábitat natural, una arawana nada en la superficie y mira la presa, después se mueve con ligereza, toma impulso y sus aletas largas se expanden mientras surge del agua, abre su feroz mandíbula y arrasa con todo, araña y flor, termita y tallo, etc. Ataca como un verdadero guerrero y depredador. Pero en la selva todo es difícil, la arawana no es el único pez depredador y voraz, por eso en época de fecundación, cuando llega ese momento cuenta la comunidad de Ayssana, la hembra esparce sus óvulos anaranjados, que pueden ser entre 100 y 300; entonces él los fecunda y los recoge serenamente con su boca de pez enojado. La arawana macho dejará de comer durante al menos dos meses mientras protege a los huevos. En medio de su mandíbula nadie puede atacarlos. Esta idea proteccionista se la suele encontrar mayormente en todas las especies, salvo en la humana que vive y convive con su propio maltrato diario.
Pescar arawanas sabiendo e identificando estas variables, es entonces muy interesante. Agudizamos todos nuestros sentidos en la selva, oído, vista, olfato (si tenemos algún animal muerto en el agua puede haber también una arawana dando vueltas comiendo insectos), etc., y además tenemos que posicionarnos desde un lugar que no seamos observados, porque esta especie cazadora por excelencia evolucionó con un ángulo de visión espectacular para capturar su presa. La arawana es muy desconfiada también, ante el menor ruido no natural, busca el fondo del lago, y hasta no estar segura no va a regresar a la superficie, por ese motivo la caída del señuelo tiene que simular la mayor naturalidad posible. Este tipo de especies son ideales para la pescarlas en distintas modalidades como el fly con moscas que simulan ninfas de libélulas, el bait, o el spinning con señuelos de superficie y media agua. Orenos, poppers, son mis predilectos porque los veo tomar en superficie. Cuando una arawana toma uno de estos señuelos, pega un salto espectacular. Siempre busco esos lugares de palos secos, o bien sectores con plantas caídas para arrojar el artificial. Movimientos cortos y bruscos, como queriendo expulsar agua, va a ser el movimiento ideal de nuestros señuelos. Colores que me han funcionado, verde, verde fluo, verde con naranja, amarillo, o las tres combinaciones, suelen ser los más atacados. Pero como en pesca no hay nada escrito, lo mejor es, cuando vamos a estos sitios, llevar un arsenal de señuelos. Podríamos sintetizar todo este argumento diciendo que pescar una arawana es captar su mismo instinto cazador.
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EDUARDO F. CAÑUETO, “LOBO DE MAR”
GUIA DE PESCA
